Con una envergadura de hasta 40 pies, Quetzalcoatlus ostenta el título de ser el animal volador más grande conocido que jamás haya agraciado nuestro planeta. Aunque compartió la misma época con los poderosos dinosaurios, Quetzalcoatlus no era un dinosaurio en sí.
La Antártida es conocida por sus condiciones extremas y su ecosistema único. Los estudios han demostrado que los animales en regiones oceánicas frías tienden a crecer más que sus contrapartes en otras partes del mundo, un fenómeno conocido como gigantismo polar.
La medusa inmortal se encuentra en los océanos de todo el mundo y es un ejemplo fascinante de los muchos misterios que aún existen bajo las olas.
Para comprender verdaderamente la diferencia entre el gigantismo polar y el paleozoico, debemos profundizar en sus respectivos orígenes.
Los científicos identificaron al desafortunado individuo cuyos huesos se encontraron fusionados a las paredes de una cueva en Lamalunga, cerca de Altamura. Fue una muerte espantosa que es el tema de las pesadillas de la mayoría de la gente.
Fue el tiburón más grande que jamás haya nadado en nuestros mares y el depredador más grande que el mundo haya conocido.
Los paleontólogos descubrieron los huesos fosilizados de una ballena prehistórica de cuatro patas con patas palmeadas frente a la costa occidental de Perú en 2011. Aún más extraño, los dedos de sus manos y pies tenían pequeñas pezuñas. Poseía dientes afilados como navajas que usaba para atrapar peces.
Los gliptodontes eran grandes mamíferos acorazados que crecían hasta alcanzar el tamaño de un Volkswagen Beetle, y los nativos se refugiaban dentro de sus gigantescos caparazones.
El Monstruo de Tully, una criatura prehistórica que ha desconcertado durante mucho tiempo a científicos y entusiastas marinos por igual.
El fósil del cuarto espécimen descubierto de un titanosaurio puede reforzar la teoría de que los dinosaurios viajaron entre América del Sur y Australia.